
Escrito por: Becerra Macías Yamilett.
Sus bellos ojos longui decientes, de color lúgubre e indeciso, parecían violetas cargadas aún con lagrimas pesadas de la tormenta y sus labios entre abiertos cálidos pebeteros en donde se exhalaba un penetrante olor a perfumería y cada vez que suspiraba, se iluminaban insectos, almibrados revoloteando en los ardores de su aliento, me miro con ojos inconsolablemente afligidos que derramaban una embriaguez insidiosa y con voz de encantadora dijo: !si quieres ! !si quieres! Te hare señor de las almas y serás el amo de la materia viva, mas que el escultor puede serlo del barro y sabrás del deleite imaginario de salir de ti mismo para aliviarte en los otros y atraer a las almas hasta fundirlas con la tuya.
Conteste, un millón de gracias.
Equipo: Andra Guadalupe Zamorano Munguía
Silvia Villarruel Rodríguez
Rosa Calderón Vidarte
Apenas el le declaraba su amor a ella se le aceleraba el corazón y caían en lujurias, en salvajes amoríos, en besos exasperantes.
Cada vez que el procuraba acariciarle las piernas, se enredaba en un grito quejumbroso y tenia que volverse de cara al suelo, sintiendo como poco a poco las pasiones se apoderaban, se iban acercando, besando, hasta quedar tendido como el nido de amor al que se le han dejado caer unos pétalos de rosas. Y sin embargo era apenas el principio. Por que en un momento dado ella se tocaba la boca, consintiendo en que el aproximara suavemente sus labios. Apenas se entrelazaban algo como un calor los inundaba, lo extasiaba y apasionaba, de pronto era el amor, la mas hermosa acción de los amantes la jadeante embocadura del amor, los premios de acción en una sobrehumana pasión !siente !siente! Acostados en la cama del pecado temblaba el mundo, se vencían las ataduras y todo se resolvía en un profundo suspiro en poemas de histórico, apasionadas, en cantares casi crueles que los llevaban hasta el limite de las locuras.
Equipo: Erika Hurtado Sánchez
Alma Cecilia Carrillo Bravo
Marcela Lizbeth Flores Cervantes
Carta de enamorados
Apenas el a miraba cuando a ella el clítoris se le excitaba, ambos en salvajes expresiones exageraban. Cada vez que el los pezones le agarraba, ella en el se revolcaba gritando y gimiendo, el sentía que tenia que eyacular en su cara, sintiendo poco a poco ellos se empujaban, se iban penetrando y duplicando sintiendo un gran orgasmo, cada vez que el se le dejaba caer en diferentes posturas.
Sin embargo, era apenas el principio por que en un momento dado, ella se tocaba los labios constantemente y aproximándose suavemente a su orgasmo. Apenas se entrelazaban y su olor los motivaba y excitaba, de pronto el clítoris se dilataba entre las verjas con el jadeo llegaba al orgasmo, los espermas del prepucio sobresaturados se agrupaban !sigue! !sigue! El gritaba con murmuros, el pene y los testículos temblaban al contraerse, se veían los espermas y todos se revolvían en el profundo PEN, en orgasmos de muchas ganas con caricias crueles, el pene hasta el limite de la vagina. Llegaba.
Equipo:
Gicela Velarde Muñoz y Erika Liliana Iglesia L.
Apenas el amaba a la plebeya, a ella se le consideraba hermosa y todos la notaban, la saludaban amablemente con abrazos desesperantes. Cada vez que el procuraba verla y platicarle, se enredaban en una desesperación y gritaba, sintiendo poco a poco como se enamoraba y el corazón le latía, se iba emocionando, cansado hasta quedar tendido como un humano pensando en aquella dama cayendo poco a poco remordimientos de conciencia, y sin embargo era a penas el principio, por que en un momento ella iba haciendo caso de sus cordialidades hacia ella, consintiendo que el se aproxima suavemente a su cuerpo, alma y corazón. Apenas se encontraban, algo como un placer y emoción los enamoraba, los ponía nerviosos y se emocionaba, de pronto estaban cerca, se estremecían y sus manos se tocaban, le besaba sus labios como principiante, se les terminaba el aire pero el tiempo no pasaba, estaban en pausa !Oh felicidad! !Oh Felicidad! Tenemos encontrado a dos enamorados, perdidos y maduros.
Temblaba el cuerpo, se vencían las tinieblas en contra del amor y todo se resolvía en una profunda paz, alrededor de los que cuidaban y respetaban, con caricias casi crueles que los separaban hasta el limite de las emociones.
Escrito por: Ana María Loza Mendoza.